Con el pecho inflado por la declaración del tango como patrimonio cultural de la humanidad, la capital argentina recibe a más de 400 parejas de distintos rincones del mundo que compiten desde el lunes en el VIII Mundial de Baile del "dos por cuatro".
Bailarines aficionados y profesionales abrieron las rondas clasificatorias en las categorías "Tango de Salón" y "Tango Escenario" que se extenderán hasta el jueves, con la mira puesta en las finales de la semana próxima en el estadio cubierto Luna Park, que tendrán como broche un concierto del panameño Rubén Blades, con sus clásicos llevados a tango y milonga.
"Después de que el tango fue declarado patrimonio cultural de la humanidad y con los últimos campeones oriundos de Japón, puedes notar mirando alrededor que hay muchos extranjeros. Muchos asiáticos, también franceses y españoles", destacó el ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires, Hernán Lombardi, cuando días atrás lanzó el Festival de Tango que precede al mundial.
Esta típica música rioplatense fue declarada en septiembre de 2009 patrimonio cultural por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en respuesta a la candidatura presentada en forma conjunta por Argentina y Uruguay.
En un pequeño teatro enclavado en el corazón del tradicional barrio de San Telmo, decenas de parejas aguardaron su turno para subir al escenario en un camarín conjunto en el que se mezclan los idiomas y propósitos.
Frente a un espejo la japonesa Naoko Hirai se pone rimel en los ojos y acomoda su vestido de tonos amarillos y marrones, con un delicado par de zapatos dorados para bailar tango. Es la quinta vez que participa del certamen junto a su marido.
Si bien fueron finalistas en la última edición, "yo no quiero competir", dijo Hirai, de 42 años, en español. "Para mí lo que vale es la experiencia. Quiero sentir el tango, disfrutarlo. Pero mi marido sí, esta vez quiere ganar".
Una coordinadora convocó en voz alta al primer grupo de parejas que actuarían. Entre ellos estaban Adriana Gonzaléz y José Ignacio Morillo, bailarines aficionados que llegaron de Bogotá. Los nervios de su debut en la competencia se les notaba en los rostros.
"Teníamos ganas de venir hace rato. Yo sueño con una carrera profesional de bailarina. Nuestra expectativa es vivir esta experiencia, conocer gente, aprender", dijo la joven.
En la misma tanda competían parejas de Italia, Chile, Uruguay, Paraguay y dos locales, como la de Teresa Ray, de 62 años, y Clementino Baroni, de 71, una de las duplas de mayor edad.
"Un poco de nervios hay, uno es el caballero y tiene mayor responsabilidad", admitió Baroni, elegantemente vestido con camisa gris, pañuelo blanco atado al cuello, chaleco y pantalón negro con rayas rojas.
Ray, con un vestido largo rojo y sombrero al tono, se rió de su esposo. Llegados desde un pequeño poblado del interior, para ella no hay nervios, sólo ganas de divertirse y conocer extranjeros. "Somos aficionados, ni profesor tenemos", dijo. "Sabemos que no podemos pasar de ronda, pero nosotros amamos el tango, la música, sus letras".
La categoría "Tango Salón" es menos escenográfica que la "Escenario" y se asemeja al baile popular que puede verse en las milongas. Según el reglamento, la pareja no puede separarse mientras dure la música y debe trasladarse constantemente en el sentido contrario al de las agujas del reloj. El cuerpo de uno de los integrantes de la pareja debe estar contenido, todo el tiempo, por el abrazo del otro y no está permitido levantar las piernas más allá de la línea de las rodillas.
La "Tango Escenario", menos tradicional, combina los movimientos clásicos del tango como los "ochos", "caminatas largas" el "abrazo milonguero" con figuras y aplicaciones de otras danzas como el ballet.
El jurado de las rondas clasificatorias y semifinales está compuesto por cinco integrantes, mientras que para la final serán siete. Clasifican las presentaciones con un puntaje del 1 al 10.
Las parejas ganadoras se llevarán un premio de 20.000 pesos (alrededor de 5.000 dólares).
Fuente: AP
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