Qué no se ha escrito del trabajo de Rodolfo Walsh como periodista y escritor, en cambio es muy difícil encontrar material sobre sus años de militancia revolucionaria, un desafío asumido por Hugo Montero e Ignacio Portela en un reciente libro de los años montoneros del autor de "Operación Masacre".
La raíz del libro -publicado por Continente como parte de los cuadernos de la revista Sudestada- es una nota publicada hace cuatro años acerca de las críticas que hizo Walsh a la conducción de Montoneros en los últimos días de su vida.
"Se inscribe en el revisionismo de los años 70, un tema siempre presente en Sudestada: entendemos que hay que explicar el proceso por el cual gente valiosa como Walsh, Haroldo Conti o Ricardo Masetti creían que la única manera de cambiar el mundo era a través de una organización revolucionaria", dice Portela. "No se pueden ningunear esas elecciones sacándolas de contexto, y hay que explicar por qué esas personas decidieron arriesgar su vida", desliza.
Sacar un libro sobre Walsh, insiste Portela, "responde a años de discusiones en nuestra redacción acerca de lo que ocurrió en esos años, y él nos parece una figura relevante para vivenciar ese contexto y entender la postura de muchos intelectuales".
Fundador de Sudestada, junto a Montero y a Walter Marini, Portela indicó cuál fue el origen de esta investigación sobre Walsh concentrada en el período que va desde 1973 hasta el día de su muerte, el 25 de marzo de 1977. "Nos dimos cuenta que había un parche en toda la última etapa de Walsh: cuando pasa a militar en el peronismo de base y luego se integra a Montoneros. Y lo que quedaba de esa época era muy difuso, no había un registro de todo lo escrito y nada acerca de sus decisiones políticas", explica.
"El rol combatiente de Rodolfo Walsh inquieta, molesta incomoda. Es que algo de todo este asunto no termita de cerrar para la reconstrucción `políticamente correcta` de los cronistas del pasado (…) que eluden la decisión de definirlo como guerrillero", escriben los autores. "Siempre hay de nuestra parte una intención de rescatar a los personajes desde la historia cotidiana -acentúa-, no crear mártires ni personas intocables, sí pensarlas de carne y hueso, cómo actúan y reflexionan de acuerdo a su tiempo y a su contexto".
La investigación cuenta con los testimonios del periodista Horacio Verbitsky; la compañera de Walsh, Lilia Ferreyra y Patricia Walsh, su hija, entre otras voces.
La decisión de Rodolfo de militar tiene mucho que ver con un contexto de época, cuando había otro tipo de debates en el mundo: "Argelia, Cuba y la experiencia de las revoluciones en Latinoamérica que impulsaban a los jóvenes o intelectuales a pasar del escritorio a la acción".
"En uno de los capítulos tratamos la relación de Walsh con el peronismo: nunca se declaró peronista aunque desde la escritura de `Operación Masacre` hay un interés creciente a pesar de la desconfianza -acota- que tuvo siempre hacia la figura de Perón". Su adhesión al peronismo, sostiene Portela, "surge a partir del reconocimiento de la experiencia de lucha de la clase trabajadora y su amistad con los hermanos Raimundo y Rolando Villaflor.
Según analiza Verbitsky, "era inevitable que luego de su paso por la FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) -y aunque siempre tuvo una actitud alternativista, crítica a Perón- se fuera a Montoneros".
En un momento, llama la atención Portela, deja la literatura para adentrarse en la historia.
"Lee a Sarmiento y a otros escritores fundacionales de la identidad argentina. Estas lecturas le permiten detectar luego una grave falencia en Montoneros, un déficit de historicidad", consigna.
Su trabajo como oficial de Inteligencia es seguido en esta investigación desde aquellos días en que por casualidad escuchó a través de la televisión una transmisión policial. "El era muy minucioso -califica-, muy eficaz en su trabajo de Inteligencia, logró decodificar la comunicaciones de los militares y anticipar desde el golpe (de Estado) hasta varios operativos de represión".
Su escritura periodística revela mucho de su itinerario político: desde que asumió la dirección del diario de la CGT de los Argentinos, su trabajo en el diario Noticias y luego en la clandestinidad la fundación de la agencia ANCLA y en solitario, la edición de Cadena informativa.
"Walsh desde la clandestinidad mostró a los grandes medios -que silenciaban lo que ocurría día a día- como era posible informar las torturas, las desapariciones, lo que pasaba en la ESMA. No había necesidad de ser obsecuentes con el régimen aunque esto significara arriesgar la vida".
"En esa época, contextualicemos, no había el acceso a la información que hay ahora; la batalla a ganar era la batalla comunicativa", afirma Portela.
A la labor de periodista clandestino se suman algunas cartas escritas por Walsh y los documentos dirigidos a la conducción de Montoneros.
"Hay todo un aprendizaje que va haciendo sobre la marcha y al final, pese a que las críticas realizadas a la conducción son duras -remarca-, él siempre se consideró adentro, las hizo desde su pertenencia a Montoneros".
"Walsh sostenía que había que lograr el consenso de la gente y señalaba cómo detrás del golpe hubo un plan siniestro que fue planeado desde lo económico por una clase dispuesta a no perder ninguno de sus privilegios", finaliza.
Fuente: TELAM