Algunos (un poco más curtidos en materia de recitales, que otros) tenían un presentimiento. Otros, quizá aferrados al fanatismo, sentían el aire viciado de esperanzas. Lo cierto es que esas más de diez mil almas que el sábado en la noche coparon el estadio al Oeste del Conurbano Bonaerense tenían la lejana, pero latente, ilusión de que esa oferta que regalaban los afiches (“Chizzo y Tete, de La Renga”) se convirtiera en La Renga, sin faltantes. Dicho y hecho…
Pero pasemos a la crónica de dicho evento. Sábado 7 de Agosto de 2010. Primer “Maldito Rock Festival”. La cita era en el Club Alem, de General Rodríguez. ¿La causa? Solidaridad.
Desde hace un tiempo que La Renga se hizo reconocida por cuestiones que van más allá de su música. El perfil bajo. Pocas entrevistas. Nula publicidad. Y un gran corazón. Apoyando siempre la causa del pueblo. Tocando para los obreros de la fábrica recuperada de Zanón. Solidarizándose con los trabajadores de Kraft - Terrabusi. Recaudando comida, ropa y otros accesorios para comedores, como “Los Carasucias”, u otros de Rafaela, Unquillo, y en éste caso, de Moreno.
Todo lo recolectado en dicho Festival se donó directamente al “Hogar De Los Milagros: Los Angelitos 1 y 2”, de la mencionada localidad.
En un principio, la historia trillada de siempre: La primer banda (en éste caso: La Percanta) es la que paga derecho de piso con el mal sonido. No porque los cuatro músicos oriundos de San Telmo, no puedan regalarnos un buen repertorio. Sino todo lo contrario. Demandaban un mejor sonido que el que les dieron para abrir dicho show. E hicieron lo que pudieron, para brindar un selecto y acertado manojo de canciones.
Algo similar pasó con Lovorne, con la diferencia de que nos encontrábamos en presencia de Luciano Napolitano (herencia única del gran Carpo). Aquí, el sonido mejoró muchísimo, y el power trío pudo hacer que la gente vaya entrando en clima, a base de buenos riffs de guitarra, y un combinado de canciones propias y otras que evocaban al espíritu de Pappo, a cada segundo.
Viticus todavía sigue desparramando el más sobresaliente y digno vigor del rock pesado de los ochenta. Ese que vio hacerse grande a bandas como Riff (de la cual formó parte), Los Violadores y V8, entre otras. Su listado de temas era el mejor posible. No faltaban los clásicos de siempre: “Voy a pasar a buscarte” y “Ésta noche hay rock and roll”. Pero el primer gran momento de la velada, se hizo presente, con la aparición de Gustavo “Chizzo” Nápoli, para interpretar junto a Vitico “Ruedas de metal” (del disco homónimo, año 1981), en una extensa versión. Luego Luciano Napolitano volvió a subirse al escenario, para juntos cerrar con “Ruta 66”.
Si hasta aquí, la noche parecía ser un guiño al cielo, como buscando la Gibson Flyng V del maestro Norberto Aníbal Napolitano… la gente ni se imaginaba lo que vendría.
Enseguida, el escenario (de un despliegue magnánimo, y que nada tenía que envidiarle al que arman las bandas internacionales) apagó todas sus luces y sus dos pantallas que se encontraban a los lados, dejando solo encendido el proyector del medio. Allí se pudieron ver imágenes caseras, en donde los encargados del hogar al que se donaría lo recaudado, mostraban todas las falencias con las que tienen que lidiar día a día. Niños que sufren graves enfermedades. Escasez de ropa y comida. Una infraestructura decadente del edificio donde viven. Y todo acompañado por una fuerte crítica a las autoridades del Estado que siempre se llenan la boca hablando de lo que hacen, pero nunca apoyan su causa.
De un momento a otro, la cinta dejó de correr, las luces se encendieron, y en medio de escena, aparecieron todos los responsables del “Hogar De Los Milagros”, dando reiterados agradecimientos a toda la gente de La Renga y demás, “por hacer esto posible”. Muchos no le dieron la suficiente importancia a tales palabras. Pero ya había una pista en ellas.
Antes de que el reloj marque las 21, el cielo se llenó de magias, encarnadas por fuegos artificiales de todo tipo de colores, y Chizzo se hizo presente, junto a Arito, de La Percanta, para interpretar un tema de autoría compartida, titulado: “Mapuche”. Un dato no menor, es que de fondo, habían apagado las luces que debían enfocar al baterista de turno. Por ende, no se sabía quien era.
El segundo momento emotivo de la noche (y sin dudas, el más conmovedor) fue cuando Tete pisó el escenario, y las luces de fondo se encendieron. Sentado en la batería, Tanque comenzó a revolear sus palillos, y La Renga se sintió completa. Manu Varela, desde un costado también prestó sus melodías armónicas, y así, los primeros acordes de “Salgan al sol” (eterno himno de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll), detonaron la noche.
Los miles de rockeros que estaban coreando desde abajo, todavía no caían. No podían creer que ese sueño se esté haciendo realidad. Desde el 23 de enero que no se conseguía disfrutar de ésta imponente máquina de rock en vivo. “Born to be wild”, cover de Steppenwolf, que la banda supo inmortalizar desde su tercer disco, fue el siguiente en la lista, pegado a “Hey, Hey, My, My”.
“Gracias por estar hoy acá. Pero sepan que esto es solo una zapada entre amigos”, fueron las palabras que el frontman rengo eligió para describir lo que se vendría. Mientras Luciano, de Lovorne, y Miyo, de Santuca se sumaban arriba del escenario, “El viejo” y “Fiesta cervezal” fueron de su repertorio, y nos siguieron destilando el mejor recuerdo a Pappo.
Chizzo se sacó el abrigo, y luciendo una remera con la inscripción de “El Carpo”, inició lo que sería el mejor set de la noche: “Al sur de la ciudad” (con un cuelgue de guitarra magnífico), “La balada del diablo y la muerte”, “Triste canción de amor”, “La razón que te demora” y “Panic Show”.
El momento se prestaba para las bromas, así que el cantante y violero se destapó diciendo: “No les avisamos que lo trajimos al Tanque hoy”. Risas por medio, dieron paso a su primera despedida.
La pausa duró unos 5 minutos, y para la vuelta, Ale Kurz (El Bordo) subió a tocar la guitarra y a cantar junto a Nápoli “Una casa con diez pinos” (Manal). El enganche fue con “El hombre suburbano” (nuevamente evocando a Pappo’s Blues), pero sin Chizzo ni Tanque en el escenario. Y siguiendo en sintonía, “Longchamps Boggie”, “Blues local” y “El tren de las 16” fueron dando los últimos suspiros de la noche.
Vale aclarar dos cosas muy importantes: En primer lugar, es que en éste ultimo bloque de covers, los músicos iban rotando en medio de las canciones. Es decir, sin parar, se iban cambiando los instrumentos, y rotando de tal modo, que en un momento, no quedó nadie de La Renga sobre el escenario. El otro punto a destacar, fue la duración de “El tren…”: casi 20 minutos de zapadas, sólo en ese tema. Y ninguna de todas las canciones de la noche debe haber bajado de los 6 minutos, debido al alto contenido de solos y cuelgues.
Luciano Napolitano, Miyo, Ale Kurz, Vitico, Arito Rodríguez y “Carlitos, de Lujan” fueron los encargados de dejar la bandeja servida, para que La Renga volviera al escenario y todo se vistiera de fiesta con el cierre de la noche, a cargo de “El revelde” (video).
Quizá muchos dirán: “Pappo estuvo presente toda la noche”. Y no se equivocarían. Y hay algo que nadie podrá negar: además de ser solidarios, de ser caritativos, de sumar su granito de arena a la causa. Es que este sábado 7 de agosto el rock hizo algo más que presencia en General Rodríguez. Hizo posible que más de uno, todavía hoy cierre los ojos, y escuche: “Hey, hey, my, my… el rock and roll no morirá jamás…”.
Fuente: rock.com.ar
Pero pasemos a la crónica de dicho evento. Sábado 7 de Agosto de 2010. Primer “Maldito Rock Festival”. La cita era en el Club Alem, de General Rodríguez. ¿La causa? Solidaridad.
Desde hace un tiempo que La Renga se hizo reconocida por cuestiones que van más allá de su música. El perfil bajo. Pocas entrevistas. Nula publicidad. Y un gran corazón. Apoyando siempre la causa del pueblo. Tocando para los obreros de la fábrica recuperada de Zanón. Solidarizándose con los trabajadores de Kraft - Terrabusi. Recaudando comida, ropa y otros accesorios para comedores, como “Los Carasucias”, u otros de Rafaela, Unquillo, y en éste caso, de Moreno.
Todo lo recolectado en dicho Festival se donó directamente al “Hogar De Los Milagros: Los Angelitos 1 y 2”, de la mencionada localidad.
En un principio, la historia trillada de siempre: La primer banda (en éste caso: La Percanta) es la que paga derecho de piso con el mal sonido. No porque los cuatro músicos oriundos de San Telmo, no puedan regalarnos un buen repertorio. Sino todo lo contrario. Demandaban un mejor sonido que el que les dieron para abrir dicho show. E hicieron lo que pudieron, para brindar un selecto y acertado manojo de canciones.
Algo similar pasó con Lovorne, con la diferencia de que nos encontrábamos en presencia de Luciano Napolitano (herencia única del gran Carpo). Aquí, el sonido mejoró muchísimo, y el power trío pudo hacer que la gente vaya entrando en clima, a base de buenos riffs de guitarra, y un combinado de canciones propias y otras que evocaban al espíritu de Pappo, a cada segundo.
Viticus todavía sigue desparramando el más sobresaliente y digno vigor del rock pesado de los ochenta. Ese que vio hacerse grande a bandas como Riff (de la cual formó parte), Los Violadores y V8, entre otras. Su listado de temas era el mejor posible. No faltaban los clásicos de siempre: “Voy a pasar a buscarte” y “Ésta noche hay rock and roll”. Pero el primer gran momento de la velada, se hizo presente, con la aparición de Gustavo “Chizzo” Nápoli, para interpretar junto a Vitico “Ruedas de metal” (del disco homónimo, año 1981), en una extensa versión. Luego Luciano Napolitano volvió a subirse al escenario, para juntos cerrar con “Ruta 66”.
Si hasta aquí, la noche parecía ser un guiño al cielo, como buscando la Gibson Flyng V del maestro Norberto Aníbal Napolitano… la gente ni se imaginaba lo que vendría.
Enseguida, el escenario (de un despliegue magnánimo, y que nada tenía que envidiarle al que arman las bandas internacionales) apagó todas sus luces y sus dos pantallas que se encontraban a los lados, dejando solo encendido el proyector del medio. Allí se pudieron ver imágenes caseras, en donde los encargados del hogar al que se donaría lo recaudado, mostraban todas las falencias con las que tienen que lidiar día a día. Niños que sufren graves enfermedades. Escasez de ropa y comida. Una infraestructura decadente del edificio donde viven. Y todo acompañado por una fuerte crítica a las autoridades del Estado que siempre se llenan la boca hablando de lo que hacen, pero nunca apoyan su causa.
De un momento a otro, la cinta dejó de correr, las luces se encendieron, y en medio de escena, aparecieron todos los responsables del “Hogar De Los Milagros”, dando reiterados agradecimientos a toda la gente de La Renga y demás, “por hacer esto posible”. Muchos no le dieron la suficiente importancia a tales palabras. Pero ya había una pista en ellas.
Antes de que el reloj marque las 21, el cielo se llenó de magias, encarnadas por fuegos artificiales de todo tipo de colores, y Chizzo se hizo presente, junto a Arito, de La Percanta, para interpretar un tema de autoría compartida, titulado: “Mapuche”. Un dato no menor, es que de fondo, habían apagado las luces que debían enfocar al baterista de turno. Por ende, no se sabía quien era.
El segundo momento emotivo de la noche (y sin dudas, el más conmovedor) fue cuando Tete pisó el escenario, y las luces de fondo se encendieron. Sentado en la batería, Tanque comenzó a revolear sus palillos, y La Renga se sintió completa. Manu Varela, desde un costado también prestó sus melodías armónicas, y así, los primeros acordes de “Salgan al sol” (eterno himno de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll), detonaron la noche.
Los miles de rockeros que estaban coreando desde abajo, todavía no caían. No podían creer que ese sueño se esté haciendo realidad. Desde el 23 de enero que no se conseguía disfrutar de ésta imponente máquina de rock en vivo. “Born to be wild”, cover de Steppenwolf, que la banda supo inmortalizar desde su tercer disco, fue el siguiente en la lista, pegado a “Hey, Hey, My, My”.
“Gracias por estar hoy acá. Pero sepan que esto es solo una zapada entre amigos”, fueron las palabras que el frontman rengo eligió para describir lo que se vendría. Mientras Luciano, de Lovorne, y Miyo, de Santuca se sumaban arriba del escenario, “El viejo” y “Fiesta cervezal” fueron de su repertorio, y nos siguieron destilando el mejor recuerdo a Pappo.
Chizzo se sacó el abrigo, y luciendo una remera con la inscripción de “El Carpo”, inició lo que sería el mejor set de la noche: “Al sur de la ciudad” (con un cuelgue de guitarra magnífico), “La balada del diablo y la muerte”, “Triste canción de amor”, “La razón que te demora” y “Panic Show”.
El momento se prestaba para las bromas, así que el cantante y violero se destapó diciendo: “No les avisamos que lo trajimos al Tanque hoy”. Risas por medio, dieron paso a su primera despedida.
La pausa duró unos 5 minutos, y para la vuelta, Ale Kurz (El Bordo) subió a tocar la guitarra y a cantar junto a Nápoli “Una casa con diez pinos” (Manal). El enganche fue con “El hombre suburbano” (nuevamente evocando a Pappo’s Blues), pero sin Chizzo ni Tanque en el escenario. Y siguiendo en sintonía, “Longchamps Boggie”, “Blues local” y “El tren de las 16” fueron dando los últimos suspiros de la noche.
Vale aclarar dos cosas muy importantes: En primer lugar, es que en éste ultimo bloque de covers, los músicos iban rotando en medio de las canciones. Es decir, sin parar, se iban cambiando los instrumentos, y rotando de tal modo, que en un momento, no quedó nadie de La Renga sobre el escenario. El otro punto a destacar, fue la duración de “El tren…”: casi 20 minutos de zapadas, sólo en ese tema. Y ninguna de todas las canciones de la noche debe haber bajado de los 6 minutos, debido al alto contenido de solos y cuelgues.
Luciano Napolitano, Miyo, Ale Kurz, Vitico, Arito Rodríguez y “Carlitos, de Lujan” fueron los encargados de dejar la bandeja servida, para que La Renga volviera al escenario y todo se vistiera de fiesta con el cierre de la noche, a cargo de “El revelde” (video).
Quizá muchos dirán: “Pappo estuvo presente toda la noche”. Y no se equivocarían. Y hay algo que nadie podrá negar: además de ser solidarios, de ser caritativos, de sumar su granito de arena a la causa. Es que este sábado 7 de agosto el rock hizo algo más que presencia en General Rodríguez. Hizo posible que más de uno, todavía hoy cierre los ojos, y escuche: “Hey, hey, my, my… el rock and roll no morirá jamás…”.
Fuente: rock.com.ar